MIKE BRODIE «POLAROID KIDD»

Tenía 17 años cuando un día ‘saltó’ por primera vez a un tren en marcha. Escondido en vagones de carga, su primer viaje tenía la intención de que le llevará hasta Mobile –Alabama- para visitar a un amigo. Pero el destino no suele tener rumbo ni planes de ruta y quiso que tomara el tren equivocado que viajaba en la dirección opuesta.
Este fue el inicio de una serie de historias en las que Mike Brodie vería pasar los distintos parajes de América como si fuera un perro asomado a una ventanilla dando bocados al viento, descubriendo que muchos otros jóvenes como él también viajaban de la misma manera.
Unos lo hacían por vivir la aventura, otros huyendo de sus hogares, otros por el mero hecho de sentirse más libres.
Durante 4 años Mike Brodie recorrió casi la totalidad del territorio norteamericano, mayormente en tren como polizón y en otras, como buen vagabundo, a pie.
Mike Brodie cuenta que su vida era aburrida, que no había encontrado la dirección en la vida y quería dejar el pueblo, viajar y ver lo que pasaba. Era joven y no tenía responsabilidades y según sus propias palabras era lo mejor que podía hacer.
Realmente Mike Brodie huía de su familia, la intentaba dejar atrás, puesto que se trataba de todo menos de una familia al uso.
En uno de esos ir y venir de la vida cayó en sus manos una vieja cámara Polaroid 600 y este fue realmente el momento en que comenzó a relatar visualmente esta aventura. No tardó en hacerse famoso en internet al publicar sus fotografías y todos comenzaron a llamarlo “The Polaroid Kidd”.
Sus imágenes eran fruto de la inmediatez, espontáneas, frescas, con olor a aventura y juventud descarada. No tardó en sentirse intrigado por la gente que se encontraba en sus viajes y no dudó ni un momento en la necesidad de documentar su experiencia y compartirla con todos.
Una de las curiosidades de esta aventura es que las recargas de película tanto para su primera Polaroid 600 como posteriormente una SX-70 no son precisamente baratas y ello conllevaba que Mike Brodie utilizara todo el ingenio para conseguir el dinero necesario para ello, lo que le llevó a ser voluntario en la experimentación de medicamentos y en otras muchas ocasiones a cometer pequeños robos entre los que se incluían libros de fotografía que luego revendía a través de Amazon.
Y precisamente se dice que uno de estos libros de fotografía, concretamente «The Bikeriders» de Danny Lyon fue el que le creo “el gusanillo” de documentar sus aventuras.
En las fotografías de Mike Brodie podemos encontrar una cierta similitud a los trabajos de Robert Frank en cuanto a la inmediatez, pero también a la obra de Willian Eggleston en la capacidad de mostrar lo menos evidente, a Nan Goldin en el aspecto de ser valiente a la hora de narrar la intimidad en toda su crudeza y por supuesto a las fotografías de Diane Arbus en la forma de retratar la marginalidad de la sociedad.
Su libro “A period of juvenile prosperity” es la mejor de las recomendaciones que os puedo hacer hoy, libro que huele a América, huele a tren, pero sobre todo huele a aventura, a juventud y libertad de la primera a la última de sus fotografías.